"Me apasiona
mi esposo, mi familia y mis amigas/amigos que hacen que la jornada valga la
pena y que la narración sea interesante".
Aquí va la escritura de Kathleen
Doherty para describirla mejor.
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Estampas de un Albuquerque madrugador
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La diva
Ella deja la banca
pisando lentamente
bajo la media luz
de las estrellas menguantes
Su voz se despliega
como las alas
de
un pájaro
rompiendo
el silencio
en
un himno
de
gratitud.
Cuando
termina
su canto
se abriga
del frío cortante
y se sienta de nuevo
en las sombras rosadas
de la aurora.
Continúa esperando
el autobús Nº 141
mientras yo susurro
en el hueco de mis manos frías
mis propias palabras
insuficientes
de agradecimiento.
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El guerrero del
amanecer
El gallo señorial
está
pavoneándose
en
la acera
enfrente
de la casa de empeño
y
la tienda de segunda
en
la calle San Mateo
como
un general pasando revista
a
sus tropas.
La
calle está llena de tráfico
nada
lo distrae de su misión
-¿De
dónde vienes?-
le
pregunto
desde
la ventana de mi coche
pero
el guerrero del amanecer
no
me responde
Está
ahí sólo
para
despertar al sol
y
no para despejar
mis
dudas.
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Al
amanecer
sobre la fría banqueta
se ponen en fila
los vástagos
malcriados
de un titiritero
desesperado.
Fuman y bailan
una danza temblorosa
mientras
esperan
su metadona
como si fuera
la sangre de Cristo.
No les importa
si alguno
se sale de la línea
un funámbulo
de movimientos
vacilantes
que gira y rebota
al ritmo
de una música
inaudible
con la mirada
beatífica
de un santo
antes
de su martirio
pensando tontamente
que el titiritero
ya no tiene
los hilos
que lo
sujetan.
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Domingo de
Ramos
Con
el sol a plomo
me
encojo ante
su
divinidad.
Estoy
rodeada
de
todo tipo de blancura
blanco
azul
blanco
gris
blanco
caluroso
de
hueso
de
ópalo
de
dientes
En
la merced de una sombra
que
no pertenece
ni
al sol
ni
a la luna
oigo
el sonido
del
silencio
perfecto
como
si
mi
nombre
hubiera
sido pronunciado
por
última
vez.
|
Un
momento de zen en la casa de los espejos
Hacia dondequiera que mire
las imágenes se fusionan
y se esparcen.
Solamente puedo ver
lo que fue
y no lo que es.
La fisura se extiende
y espero
el estruendo del vidrio y
la pérdida del temple
mientras trato de vislumbrar
los fragmentos del futuro
afilados y brillantes
fuera de todo control
o comprensión,
y me doy cuenta de que
estoy tan preparada
como puedo estarlo.
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Guerra doméstica
En
la casa de todo bien,
ella
anda por el pasillo,
recogiendo
los zapatos
y
colgando las chaquetas.
Un
poco más tarde
con
una mirada
de
condena
pasa
un trapo jabonoso
sobre
el montón de platos
de
la noche anterior.
A
veces
Incluso
toma notas
sobre
cómo puedo mejorar
mis
habilidades domésticas;
notas
que me deja
en
la mesa de la cocina.
“¿Qué significan esto?”
pregunto
sin obtener respuesta.
Trato de hacer espacio parta ella
en mi escritorio
o en mi cama
sobre todo cuando tengo ganas
de echar una siesta,
que es frecuente
porque me cansa
con su frenesí.
Pero ella prefiere
que nos encontremos
a roces de mirada
en
los bordes del espejo,
donde
está
siempre
esperándome.
Cuando
la miro
tengo
miedo
porque
no estoy segura
quién
es quién,
porque
no sé
si
ella entenderá
cuando
seda yo la primera
en
alcanzar
el
cuchillo.
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Sí, estaba ahí
El
arete solitario me mira
desde
la cómoda,
como
un ojo colérico
me
está acusando mientras
me
inclino hacia el piso
buscando
su pareja.
Tú
me observas
y
te unes a mi búsqueda
rastreando
en los lugares
que
ya he buscado.
Trato
de no mostrar
mi
impaciencia
cuando,
de
improviso,
tu
mano,
firme
y preciosa,
se
extiende lentamente
para
revelar
no
sólo el arete perdido
sino
todo ese amor
aletargado
entre
los
actos cotidianos,
que
de pronto,
con
un pretexto cualquiera
afirma
que
siempre
ha
estado ahí.
Elegía
Para Juan,
el tío
que nunca
conocí
In memoriam
Mientras ando por el laberinto
del lago seco
una brisa agita las chamizas
susurrando historias
que nunca he sabido
pero que no debo olvidar.
Distinto al pequeño Moisés
que
estaba flotando en el agua
cuando
fue rescatado
a
ti te encontraron
hundido
cerca
de
una orilla
lejana
tu
cabeza descansaba
en
un afloramiento
de
conchas fosilizadas
tus
manos
formaban
un hueco
delante
de ti
como
si quisieras mostrar
un
pajarito que
hubieras
capturado
o
como si quisieras
atrapar
en él
la
suma
de
una vida
que
acababa
de
empezar.
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