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Thursday, May 24, 2012

Composiciones escritas de EspañoL 307, otoño 2011 y primavera 2012



JESICA FARREL    

Español 307
10/04/11

Poemas en español, por una gringa

Apenas puedo rimar en inglés,
en español, lo hago esta vez

¿Me atreveré a meter algo de metro?
¿Cómo desarrollo el texto?

Hay líneas graves y agudas
¿Cuales se restan, cuales se suman?

Anáfora,
Anáfora,
te estoy hablando a ti.

Apóstrofe, ven aquí

Y la metáfora
¿anda por ahí?

Hay tantas posibles figuras
me agobiarán, estoy segura.

Pero no me voy a preocupar
porque puedo le culpa echar
al hecho de que soy
una gringa pura ¡Sí, señor!


Guthrie, AZ

Cuando llegué primero
era una niña.

Era de noche
sólo recuerdo el sonido
del río
            oscuro
                        en torrente
abajo del altísimo puente

Cuando volví
había crecido.

Era de día
sólo recuerdo el paisaje
de los árboles
            altísimos
                        oscilando
Con, no contra, el viento.

**************** 

            El pueblo unido
                                                                                                                                 10/02/11

            Después de que decidí hacerme un soldado y luchar para mi patria en la guerra, me volví en alguien que no conocía. Antes de irme, pensé que entendía como funcionaba el mundo. La vida era fácil de comprender porque era en blanco y negro. Las categorías eran obvias, mujer y hombre, pobre y rico, valiente y cobarde, nosotros y ellos.

Había crecido en un barrio pobre, vivía con mi madre y mis tres hermanos. Cada noche hablábamos del futuro; de cómo íbamos a escapar d esa vida y de verdad conseguir “El sueño americano”. Viendo la tele cada noche mientras cenábamos, parecía algo cerca, algo que se podía alcanzar sin demasiada dificultad. Ser como las familias de las programas tenía que venir de algo que existía, si no ¿como sabían qué escribir?

            Una noche vi a mi madre lavando los platos después de una cena de macarroni y queso, lo único que mi madre podía costear cuando estábamos al fin del mes, y parecía como si siempre estuviera allí. Me di cuenta de que ella había dejado de cantar mientras lavaba los platos. Parecía vencida aquella noche. Fue entonces que decidí que iba a enlistarme en el ejército. Yo nunca iba a verme así. Yo iba a alcanzar mis sueños.

            Luego de dos años me mandaron a luchar por mi patria. Llegué a aquella tierra extranjera sabiendo qué esperar. Me habían enseñado bien. Iba a encontrarme con el enemigo.  Todos allá eran malos y no debería escuchar sus ruegos, sus mentiras sobre por qué merecían vivir.

            Estaba listo. Fui con mi superior para recibir mis órdenes para el día siguiente. Íbamos a ir a un pueblo que se había negado a evacuar. Teníamos que forzarlos a salir. Estaba listo.

            Me levanté temprano y esperé el momento. Pronto llegamos en un pueblo pequeño. Con orden bajamos del tanque y entramos, armas arriba. Como un buen soldado miré bien a mi  alrededor, estudiando y juzgando el enemigo. Camine y de repente, oí ruidos de platos tintineando. Era una mujer, una madre, sus hijos estaban al fondo, asustados de verme.

            Ella me recordó a mi madre. Tenía también esa mirada sin esperanza. Mientras la miraba, súbitamente empezaron los disparos. Rompieron mi trance y empecé a disparar también, pero no era yo. No era yo matando a aquella mujer. No era yo matando a sus hijos. No era yo.

            Al cabo del tiempo volví a los Estados Unidos, mi patria. Me sentía fuera de lugar, aunque estaba en mi casa, con mi familia. Mi madre todavía parecía vencida, triste, vacía. La diferencia era que esta vez al verla era como si me estuviera mirando en un espejo.

            ¿Qué nos había pasado? ¿Cómo podía ser que hubiéramos fracasado los dos en la vida?  Quizás no éramos nosotros los que habíamos fracasado en el mundo, sino el mundo que nos había dejado caer. Había visto los fracasos de otros como algo que nos dividía. En realidad, eso era la única cosa que nos unía. Yo era aquella mujer. Yo era sus hijos. Yo era mi madre. Yo era mi enemigo despertando eternamente de mi sueño americano.

Monday, May 21, 2012

BEN SUGG

Español 307
04/21/2012

Un día antes de Navidad

Con la barriga llena de pastillas, Walter sonrió y se fue a dormir al lado del árbol de Navidad. En la habitación, tenuemente brillante, las luces colgaban sobre los regalos y la casa.  Suspiró mientras la nieve se reunía en el porche...

Walter se había pasado la mayor parte del día en el hospital. Su hija, de 13 años, Lisa, había muerto. Un año había pasado desde que ella había sido diagnosticada con leucemia…Sus manos eran frágiles y suavemente se entrelazaban en el regazo mientras ella permanecía inmóvil junto a la máquina que le ayudaba a seguir viviendo. Walter sabía que Lisa estaba cerca del final, y que, aunque sus ojos estaban cerrados, podía oír su voz:

-Lisa, soy tu padre. Te quiero mucho, y yo no quiero tener miedo. Estoy aquí contigo. Estoy aquí.-La pequeña cabeza calva siguió hundida en la almohada y ella no respondió. Una hora más tarde la hija de Walter había dejado de vivir.

-Siento mucho su pérdida, señor. Déjenos saber si podemos ser de alguna ayuda -le dijo el médico con lágrimas. Walter lo agradeció y se fue del hospital.

Antes de ir a su casa, Walter había dado un paseo por el parque que se encontraba cerca de su hogar. El aire era frío y el humo de las chimeneas se elevaba lentamente hacia el cielo gris. Tenía la boca seca y el estómago le dolía por la intensidad de su llanto anterior. Mientras él caminaba por el pasto, empezó a sentirse eclipsado por una realidad indiferente y absurda. Allí estaba él, un arquitecto de 39 años que acababa de perder a su hija única.

-Si Dios existe...- empezó- Si Dios existe ...

Un copo de nieve cayó sobre su nariz y se dio cuenta de que había empezado a oscurecer; se encamino a su casa. Cuando llegó se quedó afuera durante varios minutos, mirando fijamente los paneles en la puerta del garaje. Nada importaba ya…Entró.

Hacía unos meses que Walter había tenido un accidente automovilístico que le había dejado graves daños en su pierna izquierda. Le habían dado Vicodin, que sólo utilizaba cuando el dolor se hacía insoportable. La botella pequeña estaba junto a la pasta de dientes, la vio y comenzó a llorar con fuerza. Los sollozos lo acompañaron por el pasillo y Milo, el gato, se escondió bajo la cama de Lisa con sus oídos aguzados.

Cuando Walter se quedó sin aliento, volvió al baño mientras se retorcía las manos nerviosamente. El calentador se había quedado toda la tarde prendido y el calor lo hizo sudar profusamente bajo su abrigo de lana. Su pálido reflejo frunció el ceño sobre el lavabo y miró fijamente a sus ojos, secretamente deseando poder cambiar de opinión. Agarró la botella amarilla pequeña y se fue a la cocina, donde tenía media botella de vodka sobrante del día de Acción de Gracias.

Las pastillas estaban secas y se pegaron a sus labios. Tomó varios tragos de alcohol y se tiró en el piso de la sala, frente a la pila modesta de regalos debajo del árbol. Él le había comprado a Lisa una nueva serie de colores pastel y marcadores para la Navidad, para cuando tuviera la energía que solía tener para poder dibujar…



GABRIEL SEGOVIA


Español 307
5 de abril de 2012
 

La jornada


El gallo canta
y el sol se levanta
el aire es frío
y el nuevo día es mío.

Me levantocon ánimo
y me baño
con mi jabón de chichipince
que ocupo desde los quince.

Luego me visto
y casi estoy listo
para ir a trabajar
en la finca de los Escobar.

Pero no dejo mi casa
sin primero tomarme mi taza
del delicioso café
que con mis manos cultivé.

Ni sin fumarme mi cigarrillo
en la terraza a la que da al pasillo
que viene del cuarto del bebé Tomás
quién duerme en envidiable paz.

Me despido de mi mujer
quién me da algo para comer,
luego camino una hora
con la luz de la aurora.

En el camino me encuentro
a Juan, a José y a Pedro,
y juntos vamos a trabajar
pero antes de comenzar
decimos una oración
y luego cantamos una canción.

Así, la jornada comenzamos,
primero recogemos los granos
y los metemos en sacos
que todos cargamos.

A lo lejos vemos cabalgar
al patrón Don Escobar.

La mañana camina muy lenta
pero se nos pasa sin darnos cuenta,
a las doce tomamos un descanso
y vemos un pavo real manso
que se nos acerca sin temor
pero lo hacemos huir con pavor.

Luego nos sentamos debajo del huerto
que plantó mi abuelo Roberto
comemos frijoles y tortillas
y para el postre tenemos quesadillas.

Después volvemos a comenzar
y ahora los granos vamos a secar
también la tierra tenemos que arar
para que más café podamos sembrar.

En la tarde, a las siete
el cielo se oscurece
es entonces que la larga jornada
damos ya por terminada.

Cuando regreso a mi choza
la cena ya sirvió mi esposa
así que juntos oramos
y luego felices cenamos.

Antes de irme a la cama
le canto a Tomás una nana
lo chineo y le digo:
“Buenas noches mi niño
ojalá que soñés lindo
con los angelitos y conmigo”.

Otra excelente presentación en el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Nuevo México

Mil gracias a los estudiantes que participarpn en esta lectura dramatizada. Su entrega a los poemas es invaluable para los autores que participamos. ¡Adelante con la poesía y el español! ¡Adelante con la lucha en contra de la violencia en cualquiera de sus manifestaciones, desde las más obvias y nefastas hasta las sutiles, pero igualmente dolorosas!

Saturday, January 28, 2012

Al borde de la escritura: Judy Nickell

Judy Nickell nació en Caracas, Venezuela, de padres americanos.  Habla un inglés perfecto y un español casi, casi, casi perfecto; por cierto que este “casi” no se nota, quizá ponerlo no es más que una manía de su maestra de escritura creativa: yo.

 Entre las grandes pasiones de Judy está la naturaleza, las flores, los árboles y los animales.  En su casa hay un pequeño zoológico de animalitos caseros que se pasean libres dentro de las habitaciones y en el jardín que Judy cuida con esmero…ah, y también por los versos y las líneas de su escritura lúdica y divertida.

 A la escritura Judy llegó hace mucho tiempo, ya que hizo una carrera de periodista, pero no fue sino hasta hace muy poco que se acercó a la escritura creativa y lo ha hecho con mucho acierto.  Judy escribe de animales, de lugares con hsitorias interesantes, de cuentos de pueblos, de leyendas y mitos sobre personas y cosas.

“Usted ha creado un monstruo” me dijo hace algunos meses, cuando luego de un ejercicio de poesía, usando la palabra “pared”, cayó en la cuenta de que, a partir de recordar un evento relacionado con la pared de una cantina de Shakespeare, pueblo fantasma, turístico, en el suroeste de NM, ahora estaba interesada en escribir en versiones al español (ya existen en inglés) su historia, sus costumbres y los cuentos de los personajes famosos que por ahí pasaron.

En ese proyecto está trabajando Judy ahora mismo, pero mientras nos llega el resultado de esta iniciativa, veamos un poco de lsu escritura.

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--Poesías inspiradas luego de leer a Alaíde Foppa y sus poemas sobre el cuerpo

El pie

El pie tiene muchos usos.
Al fin de la pierna
lleva el peso de
todo el cuerpo.          
Se usa para caminar,
para guardar el equilibro,
y para empujar la pala
cuando quiero
sembrar una mata.

Las rodillas

Dios nos dio las rodillas
para doblar las piernas.
Qué difícil sería sentarse
con las piernas derechas.
Con las rodillas dobladas
puedo hacer mis siembras,
sembrar tomates
y pentas, amores
y otras flores.
También,
las rodillas se doblan
cuando uno reza.
Quizá ese fue el uso
en el que Dios
estaba pensando.

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--Anécdotas sobre Juan Vicente Gómez (dictador venezolano de 1908 a 1935).  Historias conocidas por la tradición oral venezolana.  Incluso algunas se recogieron en un libro de Luis Cordero Velásquez.  Judy recrea algunas de estas historias como las oyó de niña e incluye algunas que vivió su propia familia.

Llega Lindbergh

            El famoso aviador Charles Lindbergh llegó a Venezuela en uno de sus viajes por el mundo. Aterrizó en el aeropuerto de Maracay donde lo esperaba el presidente Juan Vicente Gómez y dos de sus hijitas. Hay que acotar que Gómez nunca se casó, pero tenía un sinnúmero de hijos. Había reconocido a varios, los de sus mujeres preferidas, pero no a todos.
            Las niñas de Gómez llevaban ramos de flores tropicales para dar la bienvenida al conocido piloto. Al verlo bajar, se caminaron hacia el avión, cargando sus grandes ramos, con el presidente un paso detrás de ellas.
            Lindbergh recibió las flores con mucho agradecimiento. Como eran tropicales, no las reconoció y le preguntó a Gómez: “Are they natural?”.
            El intérprete le tradujo a Gómez: “¿Son naturales?”.  El presidente, pensando que se refería a las niñas, respondió: “Sí, pero reconocidas”.
            El pobre intérprete sólo pudo asegurarle al piloto que las flores eran naturales. Quién sabe si más tarde le pudo explicar los detalles que Lindbergh ignoraba.

El tacaño

            Juan Vicente Gómez, presidente de Venezuela en los años 20’s y 30’s, era generoso con los necesitados y con sus amigos, pero no aguantaba lo picherre. Por el contrario, el Sr. Caracciolo Parra Picón, de alta posición en el gobierno, tenía fama de eso mismo, de tacaño.
            Un día, estaban Gómez y don Caracciolo en el hipódromo cuando llegó una señora pobre, pidiéndole al presidente una beca para su hijo, que quería estudiar en la escuela militar.
            Gómez, que había sido militar y admiraba a los jóvenes que querían seguir esa carrera, abrió la billetera y sacó un billete de mil bolívares. Don Caracciolo, pensando que era demasiado, sacó dos billetes de quinientos para ayudar a Gómez a hacer cambio. Sin embargo, Gómez, que pudo ver las intenciones de Caracciolo, agarró los billetes y le dijo a la señora: “Este billete de mil se lo regalo yo, y estos de quinientos se los regala don Caracciolo”.
            La señora salió con una sonrisa y don Caracciolo se quedó con la boca abierta.

¡Ladrones! ¡Ladrones!

             Al anunciar la muerte de Juan Vicente Gómez, el nuevo presidente, Eleazar López Contreras, le dijo a los gomecistas que mejor se fueran del país. Decenas de hombres y mujeres recogieron lo que pudieron cargar y salieron a la costa, donde un barco los esperaba para llevarlos a Curaçao.
            La muerte del dictador originó saqueos de las casas de los altos funcionarios del gobierno y de los parientes del difunto que abandonaron el país.
            Cuenta un señor* que, mientras esperaba un taxi cerca de una de estas casas, miró a los saqueadores entrando con las manos vacías y saliendo con algunos tesoros.  Cuenta cómo vio salir de la casa a una mujer, cargando una estatua, y esconderla bajo un arbusto mientras entraba otra vez para buscar más cosas. Entrando ella, un hombre salió con su carga, vio la estatua y la añadió a su colección yéndose de prisa.
No mucho después salió la mujer de nuevo y buscó “su” estatua. Cuando se fijó que ya no estaba donde la había escondido, gritó desesperada: “¡Ladrones! ¡Ladrones!” y en seguida regresó a la casa, indignada, para tomar otros objetos.

*Este señor era el papá de Judy
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--Otros cuentos

El cuchillo

            Cuando bajé las escaleras me encontré con el cuerpo de mi marido, boca arriba, con mi mejor cuchillo clavado en el pecho. Era el cuchillo más grande de mi juego de cocina.  Bien caro que me costó ese juego.
            ¿Ahora qué?

La corneta

            En los años 30, del siglo pasado, la carretera de Caracas a Maracay era parte de una vía montañosa con muchas curvas. Para evitar accidentes, la costumbre era que, al llegar a un lugar donde no se podía ver si venía otro carro, el primero en llegar a que punto tocaba la corneta de su auto y el segundo contestaba con la suya. Así el primero seguía el viaje y el segundo esperaba su turno.
En esa época, cada marca de carro tenía su propio sonido de corneta. Había cornetas que sonaban como carrúr carrúr, otras joc joc, y otras más pip pip.  Se decía que en esa carretera había un espanto, que quizá era el espíritu de un pobre que había muerto allí.  Lo que caracterizaba a este espanto era que, aunque nunca se le veía, se distinguía por tocar la corneta cada vez que venía un carro. El conductor, al oír la corneta, se paraba y esperaba al carro que había pitado, pero éste nunca aparecía. El otro conductor entonces tenía que seguir con cuidado. A veces se juntaban algunos carros esperando en fila.
            Un señor que no creía en espíritus usaba la carretera cada semana y le pasaba lo mismo. Esperaba al carro del ‘espanto’ que nunca aparecía, pero él no se asustaba. No entendía qué pasaba, pero creía que había otra explicación que la de un aparecido.
            Un día, al oír la corneta, este señor acomodó el carro de forma que no estorbara a otros automovilistas, salió de él y subió al cerro para buscar de dónde venía el sonido. Esperó un poco y dentro de unos 15 ó 20 minutos vio que un auto venía subiendo.  Antes de que el conductor que se acercaba pudiera tocar su corneta, sonó la corneta del espanto y en ese momento el señor en el cerro vio al culpable: una guacamaya encaramada en un árbol.
Cada vez que oía un carro subiendo por la carretera, la guacamaya tocaba su propia corneta, imitando las cornetas de todo tipo de carro o camión que había oído tras los años.

El espanto de Ridgecrest

"Tenemos un espanto en la casa", dijo María en una fiesta de fin de año, en el apartamento de un amigo. Ante alrededor de unos veinte invitados y María siguió con su relato: "Es común que nos despertemos por la noche porque oímos como que alguien baja corriendo las escaleras. Parece que corre del sótano a la cocina y abre y cierra la nevera. Al principio, al oír los ruidos, íbamos a ver si era un ladrón, pero no había nadie. También solemos oír risas y voces, pero no entendemos lo que dicen".
Al escuchar la historia de María, Rita, otra de las invitadas, que no conocía de antes el relato tantas veces narrado, intervino: "Ese debe ser el espanto de Toby Parkhurst. Lo conocí en la secundaria". Todos voltearon para seguir con interés la nueva narración: "Aunque no era hijo de los señores Pettit, desde niño Toby vivió con ellos. Él invitaba con frecuencia a sus amigos a jugar, a tomar refrescos y a pasar un buen rato en aquella casona de dos pisos, con un sótano arreglado para juegos como el ajedrez, el monopolio o hasta el tenis de mesa. Siempre decía que iba cambiar su apellido a Pettit, pero nunca lo hizo. Después de unos cursos en la universidad, se suicidó en la casa. Nunca supimos por qué. Pocos años después el señor Pettit murió y cuando la señora Pettit se casó de nuevo, vendió la casa y se mudó a Santa Fe. Parece que dejó al espíritu de Toby en la casa".
Después de la fiesta, María le contó a su marido la historia de Rita. Por lo menos ahora sabían algo sobre el espanto, pero los ruidos seguían y los molestaban. Sin embargo parecía que no había nada qué hacer, a menos que se cambiaran de casa.
Ese verano, una mañana María salió a la calle vio un camión de mudanza en la casa de al lado. El equipo llenaba el camión con muebles y cajas porque los vecinos se mudaban a Miami.  María tuvo una idea repentina y entró a su casa gritando: "¡Toby! ¡Mira que tus amigos van a la Florida! ¿No quieres ir con ellos?". Todo continúo en silencio porque Juan no estaba, pero a partir de esa noche, la casa se quedó quieta para siempre…
¿Habrá sido que Toby se mudó a Miami y dejó su hogar en Albuquerque, en la que todavía es una de las casas más grandes de la calle Ridgecrest?
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--Otros poemas

Un viajecito emocionante

Las alas casi tocan
las paredes de los precipicios  amarillentos,
trigueños, con toques de marrón.
Las cascadas caen a la selva
verde de árboles tropicales
que esperan la lluvia allá abajo.
La avioneta da una vuelta y entra
en un valle angosto.
De pronto, la vemos
¡Salto Ángel!
la cascada más alta del mundo.
¡Que emoción!
La miramos así como Jimmy Ángel
la vio por primera vez
en 1935,
aquel día en que, volando,
mientras buscaba oro y diamantes
encontró, en cambio,
esta maravilla
que ahora lleva su nombre.

Amigos

Él es Samuel
            Es una rata grande y tierna.
Ella es Vainilla
            una ratoncita de ojos negros.
Viven juntos
            en una jaula.
Duermen juntos
            en una casita.
Comen juntos
            del mismo plato.

¿No son enemigos
las ratas
y los ratones?

Lo son
pero no lo saben
            Samuel y Vainilla.