JESICA FARREL
Español 307
10/04/11
Poemas en español, por una
gringa
¿Me atreveré a meter algo de metro?
¿Cómo desarrollo el texto?
Hay líneas graves y agudas
¿Cuales se restan, cuales se suman?
Anáfora,
Anáfora,te estoy hablando a ti.
Apóstrofe, ven aquí
Y la metáfora
¿anda por ahí?
Hay tantas posibles figuras
me agobiarán, estoy segura.
Pero no me voy a preocupar
porque puedo le culpa echaral hecho de que soy
una gringa pura ¡Sí, señor!
Guthrie, AZ
Cuando llegué primero
era una niña.Era de noche
sólo recuerdo el sonido
del río
oscuro
en torrente
abajo del altísimo puente
Cuando volví
había crecido.
Era de día
sólo recuerdo el paisajede los árboles
altísimos
oscilando
Con, no contra, el viento.
****************
El
pueblo unido
10/02/11
Después
de que decidí hacerme un soldado y luchar para mi patria en la guerra, me volví
en alguien que no conocía. Antes de irme, pensé que entendía como funcionaba el
mundo. La vida era fácil de comprender porque era en blanco y negro. Las
categorías eran obvias, mujer y hombre, pobre y rico, valiente y cobarde,
nosotros y ellos.
Había
crecido en un barrio pobre, vivía con mi madre y mis tres hermanos. Cada noche
hablábamos del futuro; de cómo íbamos a escapar d esa vida y de verdad conseguir
“El sueño americano”. Viendo la tele cada noche mientras cenábamos, parecía
algo cerca, algo que se podía alcanzar sin demasiada dificultad. Ser como las
familias de las programas tenía que venir de algo que existía, si no ¿como
sabían qué escribir?
Una
noche vi a mi madre lavando los platos después de una cena de macarroni y
queso, lo único que mi madre podía costear cuando estábamos al fin del mes, y
parecía como si siempre estuviera allí. Me di cuenta de que ella había dejado
de cantar mientras lavaba los platos. Parecía vencida aquella noche. Fue
entonces que decidí que iba a enlistarme en el ejército. Yo nunca iba a verme
así. Yo iba a alcanzar mis sueños.
Luego
de dos años me mandaron a luchar por mi patria. Llegué a aquella tierra
extranjera sabiendo qué esperar. Me habían enseñado bien. Iba a encontrarme con
el enemigo. Todos allá eran malos y no
debería escuchar sus ruegos, sus mentiras sobre por qué merecían vivir.
Estaba
listo. Fui con mi superior para recibir mis órdenes para el día siguiente. Íbamos
a ir a un pueblo que se había negado a evacuar. Teníamos que forzarlos a salir.
Estaba listo.
Me
levanté temprano y esperé el momento. Pronto llegamos en un pueblo pequeño. Con
orden bajamos del tanque y entramos, armas arriba. Como un buen soldado miré
bien a mi alrededor, estudiando y
juzgando el enemigo. Camine y de repente, oí ruidos de platos tintineando. Era
una mujer, una madre, sus hijos estaban al fondo, asustados de verme.
Ella
me recordó a mi madre. Tenía también esa mirada sin esperanza. Mientras la
miraba, súbitamente empezaron los disparos. Rompieron mi trance y empecé a
disparar también, pero no era yo. No era yo matando a aquella mujer. No era yo
matando a sus hijos. No era yo.
Al
cabo del tiempo volví a los Estados Unidos, mi patria. Me sentía fuera de
lugar, aunque estaba en mi casa, con mi familia. Mi madre todavía parecía
vencida, triste, vacía. La diferencia era que esta vez al verla era como si me
estuviera mirando en un espejo.
¿Qué
nos había pasado? ¿Cómo podía ser que hubiéramos fracasado los dos en la
vida? Quizás no éramos nosotros los que
habíamos fracasado en el mundo, sino el mundo que nos había dejado caer. Había
visto los fracasos de otros como algo que nos dividía. En realidad, eso era la
única cosa que nos unía. Yo era aquella mujer. Yo era sus hijos. Yo era mi
madre. Yo era mi enemigo despertando eternamente de mi sueño americano.
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